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Cuando los socios dejan de ser aliados: Lo que nadie te dice sobre emprender en sociedad.

Formar una empresa con alguien más puede parecer una gran idea: compartes responsabilidades, capital, sueños y hasta las frustraciones del camino.

Pero… ¿qué pasa cuando las cosas no salen como se esperaban?

Este artículo está inspirado en el caso real de un cliente que me confesó: “Me duele más cómo terminó la relación con mi socio, que el dinero y tiempo que estoy perdiendo”.

Aquí te cuento qué salió mal, cómo evitarlo y qué herramientas legales pueden ayudarte a protegerte si decides emprender acompañado.

1. ¿Qué es ser socio realmente? (Y qué no lo es)

  • Muchos piensan que ser socio es simplemente aportar dinero o una idea.

  • Ser socio implica responsabilidad conjunta, decisiones compartidas y, sobre todo, compromiso con el crecimiento del negocio.

  • Las sociedades funcionan como un matrimonio: si no hay comunicación, confianza y acuerdos claros, tarde o temprano aparecen los conflictos.

2. ¿Quién hace qué? La importancia de definir roles

Uno de los mayores errores es no establecer quién se encarga de qué.

¿Quién lleva las cuentas? ¿Quién toma decisiones? ¿Quién representa legalmente a la empresa?

Cuando esto no se define, el caos aparece: tareas duplicadas, otras abandonadas, y discusiones innecesarias.

👀Consejo legal: Todos estos acuerdos pueden y deben formalizarse en el documento constitutivo o en un pacto adicional entre socios.

3. El ego también tiene acciones en la empresa (y a veces toma el control sin permiso)

En más de un caso he visto cómo las decisiones se enturbian a veces no por temas financieros, sino por choques de ego.

“Yo tuve la idea”, “yo trabajo más que tú”, “yo puse el dinero”… son frases que, cuando no se abordan a tiempo, se convierten en resentimientos y decisiones unilaterales.

Un ejemplo poderoso de esto es la historia detrás de Facebook, retratada en la película La red social.
Mark Zuckerberg fue quien programó y estructuró la red, pero no lo hizo solo: Eduardo Saverin fue su socio fundador, aportó capital, asesoría financiera y acompañó las decisiones iniciales.
Sin embargo, cuando Facebook comenzó a crecer, Zuckerberg diluyó sus acciones, lo excluyó de decisiones clave y quiso quedarse con todo.
¿El resultado? Una demanda millonaria. Zuckerberg tuvo que pagar y reconocer legalmente a Saverin como cofundador.

El ego puede salir muy caro. No se trata solo de quién tuvo la idea. Desde el momento en que alguien aporta trabajo, dinero o tiempo al proyecto, existe una relación jurídica que debe respetarse.
Pretender borrar esos aportes cuando el negocio crece no solo es injusto, también es jurídicamente riesgoso.

Pero no solo se trata de orgullo o reconocimiento. En algunos casos, el ego se disfraza de liderazgo… y empieza a tomar decisiones silenciosas para debilitar a los demás.

Uno de los casos más difíciles que acompañé fue el de una empresa donde uno de los socios, poco a poco, comenzó a apropiarse del control total:
– Hacía gastos sin autorización.
– Ocultaba información contable.
– Tomaba decisiones sin consultar.
– Y lo más grave: desviaba fondos sin que los demás lo notaran.

Con el tiempo, fue creando un ambiente hostil. Los otros tres socios, agotados emocional y financieramente, terminaron saliendo del negocio… sin saber que desde el día uno se estaba diseñando su salida.

¿El argumento del socio que se quedó? “Esto lo pude haber hecho solo desde el principio”.
Una frase que, cuando se repite con frecuencia, suele anunciar el inicio del conflicto… o del abuso.

4. Mecanismos para prevenir conflictos (antes de que sea demasiado tarde)

  • Pacto de socios o protocolo de entendimiento: Un documento privado donde se acuerdan cosas que no siempre van en el acta constitutiva: reglas de salida, resolución de conflictos, cláusulas de no competencia, etc.
  • Cláusulas de salida: ¿Qué pasa si un socio se quiere ir? ¿O si uno no cumple con lo acordado? Hay mecanismos como la cláusula de drag along, tag along o la compraventa condicionada de acciones.
  • Revisión periódica de responsabilidades: Así como las empresas evolucionan, también deben hacerlo los roles y funciones de sus socios. Reuniones mensuales para revisar esto son clave.

5. Cuando ya es tarde: cómo disolver la sociedad sin destruir la relación

  • Si ya no se puede continuar, lo ideal es disolver o reestructurar la sociedad de forma ordenada.

     

  • Es preferible negociar una cesión de acciones con un buen abogado, antes que irse a juicio (o terminar en un conflicto emocional que dañe más que la propia empresa).

Emprender con alguien más puede ser una de las decisiones más gratificantes… o una de las más dolorosas. Todo depende de los acuerdos, la comunicación y los límites que se establezcan desde el inicio.
Como abogado he visto de cerca cómo se destruyen sociedades por cosas que pudieron haberse evitado con una conversación a tiempo… y un buen contrato.

Y como lo demuestra el caso de Facebook, nadie está exento: ni los pequeños negocios ni los gigantes tecnológicos.
Porque cuando los egos entran en juego y no hay acuerdos escritos, lo que era una alianza, termina siendo una demanda.
Y lo que era un sueño compartido, termina en la amarga sensación de haber sido usado y desplazado.

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